José Mujica,el presidente más pobre
Vive en su chacra de las afueras de Montevideo, en Rincón del Cerro, tal
como había prometido. Lo rodea su esposa, la senadora Lucía Topolansky, la
inseparable perra Manuela –nada de raza, nada de abolengo canino-, sus cultivos
y mucho verde. Eligió para quedarse el lugar en el mundo que encontró hace años
y le atrapó.
Desde allí dona a fondos de ayuda social un 90% de su salario,
establecido en unos 12.500 dólares americanos. Cada mes, 'Pepe' Mujica recibe
250.000 pesos por su tarea como Presidente del Uruguay y Comandante en Jefe,
pero de allí sólo rescata para su manutención mensual unos 20.000 pesos. El
resto se distribuye desde el Fondo Raúl Sendic, que administra su fuerza
política, el Movimiento de Participación Popular, que ayuda a emprendimientos
productivos hasta simples colaboraciones, y ONG que colaboran con viviendas.
Dice a los cuatro vientos que "con ese dinero me alcanza, y me tiene
que alcanzar porque hay otros uruguayos que viven con mucho menos".
Es el mismo que propone donar las jubilaciones presidenciales –esas
astronómicas cifras que permanecen cobrando los ex presidentes constitucionales
del país- y el mismo que utiliza un simple Chevrolet Corsa como vehículo de
transporte oficial. A muchos años de la moto Vespa que utilizó para llegar al
Parlamento a la salida de la dictadura, ya ungido como diputado, Mujica ha
mantenido su perfil. Más acicalado que en épocas de proselitismo político,
igualmente el protocolo es algo bien alejado de sus intenciones habituales.
El último ejemplo lo ubicó en la ferretería del barrio Paso de la Arena,
hacia donde fue para adquirir una tapa para inodoro. Compró lo que iba a
comprar, y acto seguido aceptó una invitación informal de los jóvenes de la
zona, nucleados en el humilde club de fútbol Huracán. Sin seguridad, sin
eufemismos, Mujica brindó una sencilla charla de aliento a los futbolistas
que participan en el torneo de la Segunda División Profesional... aferrado a la
tapa del inodoro recién adquirida.
De repente un Volkswagen Fusca, celeste, muy bien conservado, llegó a
estacionarse frente al gimnasio del club. De alpargatas, con equipo deportivo,
el Presidente dedicó varios minutos a los jóvenes deportistas, y prometió mayor
atención a la institución además de convenir en "comer un asadito si el
club asciende a Primera". Se sacó fotos, aceptó fotos, concedió
abrazos y se fue con el aplauso de todos, abrazado a su perra Manuela que a
estas alturas del mandato ya entiende de absolutamente todos los temas.
Ya de regreso a su chacra –esa finca que a lo lejos es custodiada por
efímeras fuerzas policiales aceptadas a regañadientes por el mandatario
uruguayo- Mujica continúa con su día. Revisa la tierra, mientras declara su
auto VW Fusca como único patrimonio, valorado en 1.945 dólares.
De acuerdo a la última declaración jurada que presentó a la Junta de
Transparencia y Ética Pública, Mujica sólo es dueño de este coche, mientras la
chacra figura a nombre de la primera dama y senadora Topolansky, la cual
también dona parte de su salario. Sin cuentas bancarias, sin deudas, el
hombre dice dormir tranquilo, y asegura que espera culminar su mandato para
descansar, más tranquilo aún, en su chacra de Rincón del Cerro.
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