EL ESTADO COMO SIEMPRE SIN ESCRUPULOS Y MINTIENDO
El 23 de Agosto de 1927 fueron ejecutados en la silla eléctrica en el pais de la libertad, el mismo pais que tiró 2 bombas atómicas, el mismo que tiene un campo de concentración en la isla de Guantánamo ante el silencio de todos los paises del mundo, es lógico el estado siempre defiende al más poderoso, o acaso creemos que los ejércitos y los servicios policiales están para proteger a la ciudadanía, yo no he visto aún pegarle con la porra a un empresario por engañar a los trabajadores, dejarlos sin cobrar, o enviar dinero fraudulento como ciertos familiares de la nobleza que no se porque se llama nobleza, o por matar elefantes a escondidas, pero sí he visto de pedir la documentación a trabajadores y ciudadanos que protestan pacíficamente o simplemente por acercarse a una finca ocupada en Andalucía. La situación es muy similar a la que hace casi un siglo se encontraron dos inmigrantes en los Estados Unidos, Nicola Sacco, y Bartolomeo Vanzetti, que no entendían por que el mundo funcionaba tan mal, y porque habia personas tan crueles gobernando los paises, fueron objetores de conciencia porque no creyeron en que la guerra sirva para algo que no sea para matar hermanos que no conoces de nada, simplemente por problemas a veces ajenos a la misma población pero no a las multinacionales que gobiernan los paises. El 23 de Agosto se apagaron las luces de los reflectores que iluminaban a esos miles de ciudadanos, desde la cárcel, obreros, artesanos, emigrantes y nacionalizados, que pedían hasta el último segundo que fueran dejados en libertad, porque todo el juicio habia sido una patraña como otros juicios realizados a los anarquistas, que se han dado en tantos otros paises como en España, el caso Scala, o persecuciones hacia los anarquistas en el caso Savota.
Nicola Sacco, zapatero, italiano, militante anarquista y padre de familia, injustamente acusado junto a Bartolomeo Vanzetti de un crímen que jamás cometieron y por el cual fueron ejecutados en la silla eléctrica en 1927. Desde entones sus nombres quedarían indisolublemente unidos en la memoria colectiva como expresión de indignación frente a la injusticia.
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