Ochenta años de avances de la democracia estadounidense: De la silla eléctrica para anarquistas al asesinato selectivo de islamistas
Hay gente que cree que el sistema político de Estados Unidos, como el económico, no ha hecho sino progresar con el paso del tiempo. Este país es considerado por otros el más rico y el más democrático. El mejor indicador de lo primero es que otros reconocen su primacía, buscan ser socios suyos y están dispuestos a hacer lo que les pida.
Su mayor éxito es haber conseguido que la gente piense que es el faro de las democracias mundiales. Tanto es así que además de ejercer una enorme influencia económica, se considera el campeón de la libertad y el garante de los derechos humanos en la tierra. Este engreimiento de una nación entera lleva a que sus gobernantes designen buenos y malos por doquier y a continuación lancen cruzadas y guerras sin fin contra éstos.
En la fecha de hoy se recuerda a los activistas anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, emigrantes italianos en Estados Unidos, ejecutados en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927 tras un juicio farsa en el que fueron acusados y sentenciados por el asesinato de un pagador y un vigilante que no cometieron.
Cincuenta años después, en 1977, las autoridades revisaron el caso, concluyeron que hubo errores en el proceso y reconocieron que los ejecutados no tuvieron un juicio justo. Todo esto fue un nuevo teatro, no sólo por la tardanza y por considerar fallos lo que fue una persecución orquestada para acabar de forma ejemplarizante con la vida de dos activistas, sino porque hoy, pasados treinta años de ese reconocimiento oficial, los nuevos dirigentes del país han instaurado un sistema por el que ya no tienen que pedir perdón por crímenes similares que se están cometiendo en nombre de la democracia estadounidense.
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